Archivos Fundación Los Goliardos

Fondo documental / Colección Carteles del teatro polaco

“LAS CALLES, VESTIDAS DE PROMESAS”

   En España, por lo general, no sabemos hacer carteles. Supimos quizá hace medio siglo, pero acabó por devorarnos la colonización en forma de letraset. En teatro concretamente, empresarios y estrellas de magnitud dudosa han acabado por hacer del cartel una sopa de letras, una ampliación heliográfica del programa de mano, a veces incluso con sus anuncios y todo.

  El cartel debería causarnos la misma impresión que un exhibicionista abriéndose la gabardina, o al menos la que el soñaría producir. No nos puede dejar indiferentes, nos tiene que llamar la atención: “!Coño! ¿Qué es eso?”. De la imagen, de la extrañeza, del … gancho, a la información. Este chistera, en concreto, nos reenvía al nombre de su autor, Aleksander Fredro, un tío lejano de los “boulevardiers”. Un respetable sombrero, fundido con un culo inequívocamente femenino. ¿Hay quien dé más por anunciar un título… y un género? Cuando veo un cartel así, me están haciendo una promesa: vas a asistir a esto, exactamente a esto. Si, luego, los actores, o el director -o el técnico de luces- se equivocan, eso ya es harina de otro costal. En realidad, el cartel me propone una lectura del espectáculo, que al mismo tiempo, me invita a presenciar. La verdad es que a veces ocurre una cosa muy curiosa: el cartelista acierta, y la compañía titular no. !Gajes del oficio!

  A lo que íbamos. Ya que nos venden electrodomésticos, poniéndonos monigotes en las paredes de la ciudad, que cuenten con los graffiti del “Muelle” o de “Bleck la Rata”. La belleza debería estar en las calles, no en los museos. Y los carteles podrían ser algo así como la ropa interior de la Gran Vía.

  Los polacos saben mucho de eso. O, si no, hojee Ud. este catálogo y luego hablamos.”

Ángel Facio

Catálogo de la exposición itinerante: CARTELES DEL TEATRO POLACO (Colección Janusz Gunia), presentada por ESECE PRODUCCIONES, 1989.  Introducción, pág 7.

“Considerar el cartel como objeto estético constituye una de las mayores paradojas del arte contemporáneo, ya que el cartel no reúne los requisitos que tradicionalmente se han venido exigiendo a la producción artística. Sin embargo, resulta indudable que el cartel es un “arte de calle”, que la gente colecciona carteles, y que, en consecuencia, museos y galerías han terminado por acogerlos en sus salas. A partir de ese momento, el cartel se ha convertido en producto estético, con una valoración propia en el mercado, abandonando el ámbito natural para el que fue concebido. Este hecho le ha permitido alcanzar un saludable prestigio y merecer la atención de la crítica especializada, pero al mismo tiempo ha creado una situación totalmente artificial, al vulnerar los principios originarios que deben informar todo cartel: su carácter de producto “standard”, su vocación publicitaria, y su destino netamente popular.” Janusz Gunia. Catálogo de la exposición itinerante: CARTELES DEL TEATRO POLACO (Colección Janusz Gunia), presentada por ESECE PRODUCCIONES, 1989. Introducción, pág 9.

La colección de Carteles del Teatro Polaco de Janusz Gunia, constaba de 132 ejemplares en 1984, cuando se produjo su encuentro con el director de escena, Ángel Facio en Polonia. Janusz quiso que dicha colección pasase a manos del director español, quien se comprometió a continuar el noble trabajo de enriquecerla. Hoy, la colección cuenta con 352 carteles y se encuentra a disposición de las instituciones privadas o públicas que deseen organizar una muestra en torno a esta temática.

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